La profesional fue parte de la primera generación de la carrera, en el año 1996.
Claudia Toro Letelier es psicóloga clínica con especialización en Psicoterapia Humanista Transpersonal y Psicoterapia Corporal en Bioenergética. Egresó de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica del Norte en el año 2003 y su experiencia laboral ha sido principalmente dirigida a facilitar procesos de cambio, con una permanente capacitación y búsqueda de herramientas para la autorrealización, autorregulación emocional, convivencia con las personas y el medio ambiente.
Actualmente reside en Portugal, lugar donde hace seis años se le dio la oportunidad de abrir su consultorio privado, haciendo psicoterapia humanista individual y de parejas, ya sea de manera presencial o por internet. Desde Europa, Claudia cuenta sobre sus inicios en la psicología y los desafíos de ejercer la profesión en el extranjero.
¿Cómo recuerdas tu paso por la Escuela de Psicología?
Bueno, yo fui de la primera generación de Psicología, entré en 1996 y me demoré como ocho años en terminar la carrera, porque los primeros años sufrí de tener malos hábitos de estudio. Me fue súper mal al principio, andaba dando “bote” por todos lados, pero siempre quise ser psicóloga, eso fue algo que yo lo tenía muy claro, aunque evidentemente si uno no sabe estudiar, sufre (bromea).
Estuve a punto de que me echaran y eso fue como una caída de tejas. Ahí yo dije, no, yo estoy arriesgando algo que me gusta mucho, ahora tengo que ponerme las pilas, así que comencé a tener buenas notas, hasta fui mejor alumna en varios cursos. Recuerdo la Escuela con mucho cariño, estoy súper agradecida de haber estudiado ahí, de hecho, en esos años no había Escuela, solo teníamos dos salas cerca de donde ahora se encuentra el salón Chela Lira, y se utilizaban como oficinas, pero nuestras clases eran en el Pabellón R y ahí éramos como 70 estudiantes, era súper distinto.
¿Qué camino laboral tomaste luego de egresar?
Cuando terminé la carrera ya estaba trabajando en una ONG, porque, ¿qué pasó? Como ya habían salido varias generaciones antes, yo sabía que iba a haber un campo laboral disminuido, fue ahí que me arrepentí de no haber estudiado. Así que me fui preparando, o sea, como que ahí me “avivé” y dije, no, yo tengo que salir de la carrera con un currículum y cada trabajo que veía para estudiantes yo lo tomaba para tener experiencia. Siempre fueron más en el área de superación de la pobreza y en la psicología comunitaria.
Y bueno, terminé la carrera, me quedé trabajando en Antofagasta y fue ahí cuando llegó el postgrado de Psicología Humanista Transpersonal, entonces ahí comencé nuevamente a estudiar, mientras que seguía trabajando en el área comunitaria, pero ya con más herramientas. Una vez que entré ahí me enamoré de la psicoterapia y ahí comenzó mi camino con la psicología clínica, que hasta ese momento yo no lo había visto como una opción.
¿Por qué decidiste vivir en el extranjero?
Porque me enamoré de un portugués y quise vivir la experiencia (ríe). Fui de viaje a un congreso de psicoterapia corporal y ahí lo conocí, luego estuvimos pololeando un año a distancia y nos veíamos cada dos meses, después pusimos los pies en la tierra y dijimos “ya, no somos aquí millonarios para andar todo el tiempo a viajando”, así que hicimos una evaluación de qué lugar era mejor para vivir. Yo en ese tiempo estaba en Montevideo, viví en Uruguay siete años más o menos y al final decidí mudarme a Portugal.
¿Ha sido muy difícil ejercer tu profesión en otro país?
Lo primero que a mí me costó fue el idioma, porque yo no sabía portugués y tuve que hacer un curso. Así que durante un año y medio estuve estudiando y eso me abrió las puertas para empezar a tener más seguridad en trabajar acá presencial. Aunque igual yo ya me había traído una clientela desde Uruguay trabajando de manera online, porque yo comencé a hacer terapia en línea hace mucho tiempo, incluso antes de la pandemia y eso fue muy mal visto al principio… después me pedían ayuda. Pero en realidad no se me hizo tan difícil.
¿En qué proyectos te encuentras hoy?
Ahora estoy terminando un curso que comencé en Lisboa y me falta entregar el último trabajo, la idea mía es que este termine siendo un libro, quiero poder dar un aporte a mis colegas y a mí también, a lo mejor sentir este libro como un hijo, porque yo nunca tuve. Entonces es como una forma de aportar al planeta, creo que estoy dedicada al servicio, a cuidar, a hacer cosas que las mujeres de mi familia no hicieron, me gusta la libertad y no sentirme atada.
Creo que aún me falta desarrollarme un poco más, pero estoy súper agradecida de mi profesión, porque siempre ha sido como un cable a tierra, siempre ha sido mi norte. Soy Psicóloga y psicoterapeuta porque lo que más me motiva en la vida es compartir mi experiencia, poder entregar herramientas y ayudar a las personas en cosas en las que yo me pegué contra la pared 50 mil veces. Claro que sin ponerme en un lugar de poder, sino de humildad, de asumir que todos estamos en las mismas.