El profesional recalcó su orgullo por la institución y el cuerpo académico.
Carlos Montivero Díaz ingresó a la Escuela de Psicología en 1997, un año después de su creación. En ese entonces, la carrera contaba con dos generaciones, dos salas de clases, así como también mucho entusiasmo y organización estudiantil.
Tras titularse, trabajó en Santiago por seis años y en 2019 se radicó en Nueva York, Estados Unidos, junto a su pareja. Ahí se desempeña como encargado de casos del área educacional (Educational Case Manager) del programa de alfabetización y servicios a inmigrantes de la ONG Raising Health. En esta entrevista rememora su paso por la UCN y reflexiona sobre su formación profesional en el ejercicio laboral fuera de Chile.
¿Qué recuerdos guardas de la UCN y de la Escuela de Psicología?
Tengo grandes recuerdos de la UCN, ya que en esos años había una gran actividad cultural en las universidades de Antofagasta: ciclos de cine, música, teatro. Además, siempre me he dedicado a la música, entonces tocaba mucho en el circuito universitario y UCN era un destino regular, sobre todo en las actividades de la Escuela de Arquitectura y Periodismo.
Cuando entré a estudiar Psicología en 1997 me tocó ser parte de los estudiantes que fuimos dando vida a la recién formada Escuela. Recuerdo que ese año celebramos el aniversario haciendo actividades solo con la generación anterior, lo que generó mucha conexión y vínculos entre alumnos y profesores, ya que éramos muy pocos alumnos. Fueron años de mucha actividad ¡imagínate! descubriendo la carrera, la Universidad, la expectativa de ser psicólogo, de aprender, de leer mucho.
Recuerdo tardes enteras en los «pastos» leyendo fotocopias (sí, fue una época de muchas fotocopias que se hacían en el quiosco de Don Carlos) sobre filosofía, antropología sociocultural, teorías psicológicas, etc. Tuve la suerte de tener muy buenos profesores que me influenciaron y las clases eran siempre un descubrir, aprender, explorar. Me siento orgulloso y feliz de haber vivido esos años formativos como profesional y persona.
¿Cómo llegaste a trabajar en el extranjero?
En 2019, me vine a vivir a Nueva York con mi esposa que es de acá, ella pensaba que era tiempo de volver a su ciudad y para mi fue una invitación a la aventura nuevamente. Para mí, moverme de ciudades venía siendo algo «cotidiano» pues me mudé de Antofagasta, en donde pasé toda mi vida, a Santiago donde estuve 6 años, entonces cuando llegó la idea de vivir en Estados Unidos, fue sencillo tomar la decisión.
Comencé a trabajar ese mismo año, 2019, en una organización de Foster Care (hogares de acogida, algo parecido a Sename en Chile) llamada Sheltering Arms, en donde estuve casi 3 años en el cargo de Case Planner, que es básicamente un Trabajador Social con mucho trabajo en terreno en el sector de El Bronx. Me asignaron a la unidad de adolescentes, en donde tuve alrededor de 15 casos, ahí mi trabajo era encargarme de hacer seguimiento con sus padres de acogida o foster parents, chequear que asisten a la escuela, que van a terapia, al médico, etc. La parte más compleja era tener que asistir a audiencias en el Tribunal de Familia ya que había que lidiar con abogados, jueces, testificar y escribir informes en inglés.
Trabajar en inglés y español fue un desafío desde el primer día, pero algo que me ha entregado mucho porque descubres nuevas formas de pensar, de entender el mundo y definitivamente te replantea como persona. Trabajar y vivir en Nueva York también potencia esa apertura a la multiculturalidad ya que es una ciudad básicamente de inmigrantes.
¿Cómo ha contribuido tu formación profesional trabajando como Educational Case Manager?
Creo que la formación recibida en UCN ha sido central en mi trabajo acá en Estados Unidos, ya que desde el primer momento en que me enfrente al mundo profesional, me di cuenta que nuestra formación es integral y potente en términos de información, de actualización y de herramientas que desarrollas durante la época universitaria. Me he ido dando cuenta que la formación en Chile es buena y competitiva, ya que estudiamos cinco años, lo que entrega una formación sólida. En muchas reuniones de equipo, me di cuenta que mi formación como psicólogo fue consistente ya que manejaba información que colegas de mismas carreras no sabían, como por ejemplo modelos o test psicológicos.
Incluso cuando tuve que realizar mi proceso de equivalencia de título para poder trabajar en Estados Unidos, me di cuenta que la carrera de Psicología equivale a nivel de Licenciatura y Maestría, por la cantidad de créditos, lo que te posiciona a un buen nivel acá para ejercer roles, en mi caso, en el campo del Trabajo Social, que es un área muy potente en Estados Unidos. Para ejercer la Psicología Clínica, es decir, realizar terapias, sí es necesario contar con una licencia específica para el estado de NY, pero no ha sido de mi interés acceder a ella.
En mi trabajo actual como educational case manager para la ONG Raising Health, que trabaja en el sector de Brooklyn, los años de la carrera en donde estudiamos lo relacionado a Psicología educacional han servido para mi adaptación a este nuevo cargo, que se centra en educación para adultos inmigrantes. Lamentablemente muchos de los inmigrantes que vienen a este país, cuenta con baja escolaridad y formación, por lo que mi programa intenta de alguna manera entregar herramientas educativas básicas e inglés.
¿Qué ha sido lo más desafiante de trabajar en otro país?
Lo más desafiante definitivamente es trabajar en inglés, ya que requieres estar constantemente actualizando tu vocabulario, la escritura, los formatos. Una cosa es hablar el idioma a nivel coloquial y otra es insertarse desde un uso profesional del idioma, lo que se llama Business English. Mi nivel de inglés era bueno, por experiencias previas en Chile, pero como te menciono, al entrar al contexto profesional fue enfrentarse a otra realidad, donde tuve que ir actualizando diariamente. A nadie le importa si tú sabes o no, asumen que sí sabes. Eso es duro vivirlo.
Además, como mencionaba más arriba, trabajar con diferencias culturales es también un desafío ya que vas interactuando con personas que tienen otras experiencias de vida, estilos de comunicación, visiones del mundo muy diferentes a la de Latinoamérica. En mi equipo, por ejemplo, hay compañer@s de Japón, China, México, Colombia, Rusia, Armenia, Haití, Irak y Estados Unidos. Eso define nuevas relaciones interpersonales y laborales, lo que es muy interesante porque te redefine a ti mismo.
¿Y lo que más valoras?
Creo que se relaciona con la pregunta anterior. Valoro que hay un aprendizaje diario, hay una novedad que nunca se termina y a mi que siempre me ha interesado descubrir cosas nuevas, me sirve mucho ya que me permite desarrollar habilidades o incorporar nuevas experiencias de vida. Creo que los casi cinco años viviendo en esta ciudad se han sentido como una década, en el sentido de que Nueva York te invita a esa exploración cotidiana. Claro se ha transformado en mi hogar también, entonces eso es un valor agregado.
¿Qué mensaje le dirías a las y los estudiantes y egresadas/os de Psicología que buscan desempeñarse laboralmente fuera de Chile?
Les diría que hay que salir a explorar el mundo, porque eso te permite potenciar o desarrollar habilidades que uno quizá no sabía que tenía. Trabajar o vivir fuera de Chile puede ser aventurero o amenazador para algunas personas, pero siento que es importante atreverse a ver hasta dónde coincide con las expectativas que uno tiene, ver si realmente es para ti o no, probarse a uno mismo siempre es bueno pienso yo. Siempre puedes volver, eso es un hecho. Como menciono anteriormente, la formación académica/profesional es buena, por lo que ese factor no debería ser una barrera, al contrario. Lo demás, la adaptación a otro país, el idioma, el llamado «choque cultural», son cosas que uno puede resolverlas tarde o temprano, y en ese camino uno crece como persona y claro, la vida se hace más interesante, de eso se trata.