Katherin Castillo comentó cómo su vocación social la guió en su vida profesional.
Si hay un tema que apasiona a Katherin Castillo Morales es el de niñeces, adolescencias y juventudes (NNAJ). Ya en su paso por la Escuela de Psicología en la Universidad Católica del Norte (UCN) mostró interés por estas temáticas, haciendo la práctica como evaluadora comunitaria en Jardines Infantiles, en el proyecto Futuro Infantil Hoy, de la Fundación Minera Escondida. Desde entonces ha dedicado su vida profesional al trabajo en niñez, como Coordinadora de la Casa Comunal de Infancia de la Municipalidad de Antofagasta, entre otros.
Al trabajo territorial sumó un nuevo desafío. Su Magíster en Psicología, Mención Psicología Comunitaria por la Universidad de Chile le ha permitido dedicarse a la docencia tanto en la UCN como en la Universidad Santo Tomás (UST), instituciones donde ha supervisado prácticas, seminarios de tesis e impartido cátedras y talleres sobre Psicología Comunitaria.
Ambos caminos se encontraron en su labor en el Observatorio de Infancias y Juventudes (OIJ), al desempeñarse como coordinadora del Diplomado Intervención en Infancias y Juventudes desde un Enfoque de Derechos Humanos, y luego como líder del Área de Investigación. Así como en sus otros trabajos, aquí pudo desenvolverse desde su vocación social.
¿Qué recuerdos tiene de tu paso como estudiante de la Escuela de Psicología UCN?
En general son buenos recuerdos, creo que eso me ha motivado a volver a la Escuela de Psicología de la UCN en distintas instancias y roles. En cuanto a lo académico creo que tuve una muy buena formación, con docentes capacitados y expertos en sus diferentes líneas, lo anterior me permitió enfrentar de buena manera mis primeros años de trabajo.
Respecto a lo humano, también tuve una buena experiencia. Mis años de universidad fueron complejos en lo personal por la salud de mi mamá que falleció cuando yo estaba cursando mi último año de universidad. En esos momentos, fueron fundamentales mi docente guía de tesis Jimena Silva y mis supervisores de práctica Ricardo Espinoza y Leyla Méndez, quienes además de ser una inspiración y referente en lo académico y profesional hasta el día de hoy, en esos tiempos fueron contención y apoyo fundamental para terminar mi proceso.
Respecto a mis compañeras/os, ahora colegas, debo decir que aun mantengo relación de amistad y confianza profesional con ellas/os, puesto que destaco tanto su calidad humana como profesional.
Finalmente destaco la formación / autoformación / co-formación crítica que se fue co-construyendo en la Escuela de Psicología. Cuando yo ingresé había un CEAL clásico, en la medida que fui avanzando en la carrera se fueron cuestionando las lógicas de poder y se creó un espacio horizontal, participativo y de representación directa que era el “Cuerpo de Delegades”. Si bien yo no fui parte activa de ese proceso, es algo que reconozco y destaco mucho. Por otro lado, recuerdo también haber estado en la universidad durante las movilizaciones del 2008 y 2011, en las que creo que la carrera de Psicología tuvo un rol protagónico y fundamental.
¿Cómo ha sido su experiencia en el OIJ y cuáles considera los principales aportes de esta organización?
Mi experiencia como parte del OIJ fue excelente por la oportunidad de aprendizaje y por la posibilidad de desenvolverme como profesional desde un posicionamiento ético y político coherente con mi visión del mundo. El OIJ es un proyecto innovador que aborda la realidad de las infancias y juventudes de una manera integral.
En primer lugar, destacar que el OIJ tiene una presencia regional real, ya que trabajó directamente con cada una de las 9 comunas de la región lo que implicó un despliegue territorial importante.
Por otro lado destaco el aporte del trabajo de observancia del estado de derechos de NNAJ, ya que permite obtener información actualizada y situada que es fundamental para la creación de políticas públicas que respondan pertinentemente a las necesidades de las infancias y juventudes de la Región de Antofagasta.
Y lo más importante de todo, es cómo las distintas áreas generan la sinergia necesaria para realizar este importante trabajo. Eso sin duda se logra por el liderazgo de Ricardo (Espinoza) como director de la iniciativa y también por la calidad profesional y humana de cada une de les integrantes del OIJ. Creo que lo más enriquecedor de la experiencia fue compartir con profesionales con compromiso social y por los DDHH, pensamiento crítico y calidad humana, toda mi admiración para elles.
¿Qué la motivó a desarrollarse en la docencia?
Para ser sincera, mi llegada a la docencia fue algo súper casual, la verdad es que nunca me imaginé haciendo clases. Una colega bien querida, me preguntó si podía tomar unos cursos del área comunitaria en psicología de la UST, ya que ella no iba a poder realizarlos, dado que debía tomar su pre y post natal. Lo pensé harto porque en realidad nunca lo había considerado, pero lo tomé como un desafío y acepté.
Fue el 2016, yo era joven igual y tenía miedo de que les estudiantes no me pescaran porque era casi de su edad, pero fue una súper buena experiencia. En ese momento me di cuenta que la docencia era lo mío, principalmente por el vínculo con les estudiantes y por la posibilidad de co-construir procesos en pos de la transformación social. Creo que es fundamental que las/os psicólogues sean profesionales con conciencia social, pensamiento crítico y que valoren lo común, lo colectivo, y encontré en la docencia la posibilidad de acompañar procesos de formación para poder aportar mi granito de arena a eso.
Después de mi primera experiencia en la UST, pude hacer clases en la Escuela de Psicología de la UCN, donde también tuve muy buenas experiencias como docente, la verdad es que creo que en la docencia encontré algo que me llena tanto en lo personal como en lo profesional. Pese a eso, trato de no desconectarme de la realidad social, de no encerrarme en la academia, así que dentro de mis posibilidades invento instancias para mantenerme vinculada al trabajo en terreno en los distintos territorios, creo que eso les sirve mucho a les estudiantes también, así que es uno de mis desafíos constantes.
Pese a que ahora pertenezco a la UST y es algo que me tiene muy feliz, es importante para mí seguir vinculándome con la UCN, porque es un espacio importante en mi formación y porque creo que el trabajo conjunto entre universidades es fundamental tanto para les estudiantes como para el desarrollo regional.
¿Qué mensaje le daría a las mujeres que se quieren dedicar al mundo académico?
Le diría que como en todos los espacios, en el mundo académico también es importante que las mujeres y las disidencias sexo genéricas construyamos espacios de resistencia a las estructuras que nos oprimen. Si bien se han generado avances respecto a la equidad de género, la verdad es que incluso en espacios “letrados” como la academia, sigue primando el machismo y la hetero-cisnorma.
En la docencia creo que la resistencia se puede realizar incluyendo el amor y los afectos en el quehacer educativo, para eso yo me inspiro en la propuesta que hizo Bello en 2018 respecto a las “trans pedagogías”, y las pedagogías feministas interseccionales que desarrolló Troncoso en 2019. Creo que es fundamental hacer de la sala de clase un espacio seguro y de resistencias ante las exigencias de la misma universidad y del sistema en general, un espacio que respete las diferencias y construya comunidades.
Respecto a la academia vinculada a la investigación, les diría que es importante que incluso como mujeres asumamos nuestra posición de poder como investigadoras. En ese sentido, me referiría a la importancia del conocimiento situado que propone Haraway, destacando la importancia de la posición política de quien conoce. En ese sentido, creo que hay que tener muy presente el respeto y la ética en la investigación, entendiendo que el conocimiento es co-construido con les participantes, por lo que es fundamental respetar siempre la historia, la cultura y los tiempos de las personas. Por otro lado, también relevaría la importancia de acercar el conocimiento a todes, con ambos puntos sin duda se genera resistencia al extractivismo de la academia.
En resumen, le diría a las mujeres que tenemos el desafío de hacer las cosas de manera distinta en la academia para generar transformaciones sociales. En mi paso por la U, tuve grandes maestras y compañeras y ahora en mi experiencia docente tengo grandes colegas, sin duda todas ellas han sido fundamentales en la construcción de mi posicionamiento ante la academia.
¿Qué le diría a la actual generación de estudiantes UCN?
Les diría que aprovechen su paso por la universidad y la Escuela de Psicología no solo como una instancia para aprender lo necesario para obtener un título, sino principalmente como un espacio para aprender de la experiencia de sus pares, de sus profes y construir comunidad para la transformación social. Creo que no está de más recordar que las principales luchas sociales se han forjado en la universidad.
Por otro lado, les diría que es fundamental que como profesionales tengamos un posicionamiento ético y político claro que guíe nuestras acciones; que no entramos a la universidad solo por nuestro desarrollo personal y profesional, sino que principalmente nos formamos como psicólogues para acompañar procesos de otres, por lo que es importante que asumamos ese rol con respeto por los DDHH de las personas. Lo anterior, permite cuestionar las lógicas de poder y creo que es un ejercicio obligatorio en estos tiempos, en los que priman la desigualdad y el individualismo.