Carolina Moscoso, CORE de Antofagasta: “Antes de decir que soy Consejera, yo siempre digo que soy psicóloga UCN”

La profesional recordó su paso por la universidad y sus motivaciones para incursionar en la política.

Oriunda de Antofagasta y con una destacada carrera de 23 años en el ámbito educativo, Carolina Moscoso Carrasco, es psicóloga y orientadora educacional, egresada de la Escuela de Piscología de la Universidad Católica del Norte. Gracias a su Magíster en Educación y Especialización en Infancia y Juventud, ha desarrollado su experiencia principalmente en educación especial, línea proteccional, convivencia escolar, orientación educacional, salud mental y docencia.

Desde 2022 se desempeña como Consejera Regional de Antofagasta, cargo que le ha permitido complementar la política con su profesión como psicóloga, en temáticas regionales relacionadas a las infancias y juventudes, seguridad, salud mental, personas en condición de discapacidad, adultos mayores y gente con problemas de vivienda, entre otros.

¿Siempre quisiste estudiar Psicología?

Yo siempre quise estudiar algo de la línea social comunitaria, humanidades, eso siempre lo tuve claro. Ahora, ¿qué lo definió? Simplemente el hecho de poder tener un trabajo más cercano con las personas. Por otro lado, el área de la salud mental también me llamaba mucho la atención, entonces se juntaron todas estas intenciones que a mí siempre me han movilizado mucho y estuvieron conmigo de pequeña, y decidí ingresar a psicología.

¿Cómo recuerdas tu paso por la Escuela y la UCN?

Debo aclarar que nunca tuve ninguna cercanía con la universidad antes de ingresar a la carrera. Esto es súper relevante, porque en esos años mozos a nosotros no nos hacían ferias como ahora, donde los estudiantes pueden ir a ver a qué universidades van a ingresar, sino que nosotros postulábamos y luego ingresábamos. Entonces, partiendo en ese contexto, para mí todo fue nuevo, fue conocer salas nuevas, profesores y una nueva dinámica de estudios.

El paso por la universidad fue un descubrir totalmente nuevo, donde pude acercarme a otros tipos de aprendizajes desde el conocimiento, corriendo cada vez que terminaba una clase de cátedra o para buscar un libro, porque te lo prestaban por dos o tres días y eso era todo. Fue un tiempo igual harta de exigencia, pero también de mucha satisfacción y aprendizaje. Guardo muy buenos amigos y hasta la fecha todavía tengo muy buena relación con los profesores y colegas que están en la escuela, como Walter Terrazas, Susana Arancibia y Ricardo Espinoza. Así que para mí, obvio que mi alma mater siempre la he tenido presente en la Universidad Católica del Norte, yo con mucho orgullo señalo dónde estudié, de dónde salí y cuál fue mi escuela de formación.

¿Qué camino laboral tomaste luego de egresar?

Desde pequeña hay algo que a mí siempre me motivó, la docencia. Tuve la oportunidad de hacer mis tres prácticas en el área educacional en Liceo Domingo Herrera Rivera (B-13) y puedo decir con mucho orgullo que fui la primera psicóloga que trabajó en el liceo B13. Fue una experiencia tan linda, y me fue tan bien que luego me ofrecieron trabajar allí.

Entonces partí en educación, luego pasé por educación especial, cuando recién estaban partiendo los Programas de Integración Escolar (PIE). Después pasé por las itinerancias de los proyectos de integración en Calama y, en este camino de formación, saqué un magíster en Educación, lo que me dio la oportunidad para poder trabajar con más fuerza en las escuelas, porque la validación del psicólogo en esos años era muy difícil y la pregunta que siempre me hacían era ¿qué hace un psicólogo en un espacio que es de educación? Para mi generación fue muy difícil, pero con mucho esfuerzo fuimos marcando nuestro lugar dentro de las escuelas, abriendo el camino para todas las generaciones que vinieron después.

También tuve otras experiencias maravillosas trabajando en San Pedro de Atacama, Iquique, en el Ministerio de Educación, en el área rural con los pueblos, en la Fiscalía, entre otros lugares. Yo creo que mi camino ha sido muy largo y diverso, y en ese intertanto fue surgiendo el tema político.

¿Alguna vez imaginaste que trabajarías en política?

No, yo creo que fue como ese sueño que uno mira bien lejano, es como ¡ay, me gustaría ir! ¡yo voy a luchar! Pero uno no piensa que puede ser realidad. Tomé este camino por un tema netamente de concretar todo lo que he visto en la región, las necesidades que hay, cómo llevamos las políticas públicas, y cómo conectamos a la comunidad y acercamos los beneficios. A mí me cuesta todavía porque tengo mi formato muy marcado de psicóloga, entonces cuando me dicen que tengo que opinar como político es difícil, porque es otra forma de exponer las ideas, yo soy mucho de pensar en lo que voy a decir y que eso no le vaya a afectar a la otra persona, y en la política a veces no le toman mucha importancia a eso.

Pero bueno, soy una política atípica, incluso antes de decir que soy consejera yo siempre digo que soy psicóloga, y eso siempre lo relevo porque marca la diferencia, no es que yo llegué ahí sin tener un camino hecho, yo me formé antes.

¿Qué ha sido lo más desafiante de tu trabajo?

Lo desafiante es… desconfiar ¿Por qué lo digo? Porque en mi formación académica nosotros partimos con la confianza, entonces cuando tú llegas a un lugar con esa misma impronta y te das cuenta que las personas no te van a responder de la misma manera, es una decepción tremenda. Pero también hay otras cosas que he aprendido gracias a eso, como por ejemplo, a tener una mirada estratégica, tener un liderazgo más fuerte y una opinión política sustentada. Esas cosas he desarrollado desde que estoy en un cargo político, me sorprendo porque nunca pensé que podría avanzar en estas habilidades, ya que nadie te las enseña. Por lo menos, valoro mucho el poder estar en este lugar.

Para finalizar, ¿qué consejo le darías a las y los estudiantes de psicología?

Quizás va a ser muy idealista lo que voy a decir, pero creo que esto marca la diferencia. Primero, que vean qué aspecto en la vida les apasiona y qué es lo que los moviliza todos los días cuando se levantan. Esa pasión hay que llevarla a la profesión y a la formación como futuro psicólogo, porque finalmente eso va a marcar el camino donde tú te vas a ir perfeccionando.

Para mí, la pasión se debe conjugar con la profesión y desde ahí empezar a soñar, pero soñar en grande. Siempre le digo a los chicos que tengo muy altas expectativas sobre ellos y ellas, estas generaciones van a llegar donde nosotros no hemos podido hacerlo, así que deben realizar las cosas con amor, con pasión, con entrega y excelencia. Dejen las puertas abiertas para las generaciones que vienen detrás, marquen la diferencia.

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