La profesional recuerda cómo sus primeros pasos en la UCN fueron clave para definir su vocación.
La pasión por el trabajo comunitario y la acción social ha sido el sello que ha marcado el camino profesional de Margareth Cleveland Slimming, psicóloga egresada de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica del Norte. Con una destacada trayectoria que incluye un magíster en Psicología con mención en Psicología Comunitaria, la profesional ha dedicado su vida a trabajar con comunidades, tanto desde la intervención directa como desde la educación superior.
Actualmente, se encuentra radicada en La Serena, desempeñándose como jefa de Innovación Curricular en el Centro de Innovación Metodológica – CIMET de la UCN. En esta entrevista, Margareth comparte su experiencia como estudiante y profesional, revelando cómo la vinculación con las comunidades se convirtió en el eje central de su vida, desde sus inicios en Antofagasta hasta sus actuales proyectos en la cuarta región.
¿Por qué decidiste estudiar psicología en la UCN?
Algo que me motivó bastante a estudiar psicología en Antofagasta, fue primero por el tema geográfico, ya que podía estar más cerca del mar, y segundo, porque tenía familia allí, por lo tanto, conocía algo de la región. A pesar de eso, la universidad fue un lugar nuevo para mí, en términos de interacciones y relaciones sociales.
Yo ingresé a la Escuela de Psicología en 1999 sintiéndome casi como una extranjera, ya que venía desde Santiago, entonces traté de ser bien participativa en las actividades sociales o más bien comunitarias. La UCN me dio la oportunidad de estar vinculada a la Pastoral y a la acción social, y fue por ahí que empecé a armar un círculo de gente más cercano. También me di cuenta que, en general, Antofagasta es bien misceláneo, recibe gente de todos lados y eso fue super bueno en términos de acogida.
¿Qué recuerdos guardas de la Escuela del Psicología?
Yo siempre quise ser psicóloga y para mí fue una muy buena experiencia el haber estudiado en la escuela, ya que desde el pregrado comencé a vincularme en otras áreas como de acción social, voluntariado y deporte, las cuales me entregaron herramientas necesarias para fortalecer la interacción con niños, adolescentes y adultos. En ese sentido, desde el proceso formativo tuve una estadía bien integral, muy involucrada con todos estos elementos, y eso fue bien enriquecedor, me ayudó muchísimo para la vida. Tengo un muy buen recuerdo de mi estadía como estudiante de psicología.
Esta experiencia que tuviste con las comunidades ¿fue un camino que seguiste luego de egresar?
Sí, porque precisamente luego de egresar postulo al Programa Servicio País, que es sumamente comunitario, porque te mandan a trabajar a una localidad rural. Ahí yo postulé como psicóloga comunitaria y viajé hasta la cuarta región, que es donde actualmente vivo, y me ubicaron en una localidad que se llama Punitaqui, donde me integran a un equipo compuesto por un geógrafo y una arquitecta, haciendo trabajos de intervención comunitaria. Entonces empiezo a vislumbrar y a delimitar mi línea de interés, que es estar con las comunidades.
Luego de eso me tocó trabajar con programas asociados al Sename y las infancias vulneradas, y también estuve trabajando con adolescentes infractores de ley. Más tarde hice mi magíster en Psicología Comunitaria y ahí da el vuelco mi vida, porque me metí de lleno a lo que es la educación superior. En resumen, desde el pregrado siempre he estado vinculada al trabajo psicosocial.
En base a tu experiencia, ¿cómo integraste el enfoque comunitario en tu labor dentro de la educación superior?
Cuando hice mi tesis del magíster utilicé la metodología Aprendizaje más Servicio (A+S), vinculando el aprendizaje con la línea comunitaria. Esa tesis la hice con una beca de la Universidad de Chile, y gracias a eso logré que me abrieran las puertas en el ámbito de la educación superior. Ahí me vinculé con la Universidad de Chile y trabajé la metodología con los estudiantes de ingeniería comercial. Luego me llegó la oportunidad de trabajar en la Universidad Católica del Norte de Coquimbo y desde ahí que no he parado. O sea, llevo 10 años trabajando con aprendizaje más servicio.
El A+S vincula a las comunidades, vincula la posibilidad de que los estudiantes puedan dar respuesta, desde su formación de pregrado, a alguna temática social. Eso para mí ha increíble, porque puedo abordar las necesidades de la comunidad desde la educación superior, y de alguna manera eso evidencia mi propósito como persona.
¿Qué mensaje le dirías a las y los estudiantes y egresadas/os de Psicología que buscan desempeñarse como psicólogos/as comunitarios/as?
Yo creo que cada uno tiene que buscar su coherencia y cuando uno es capaz de tener conciencia de sus habilidades y de sus propios recursos, debe ser coherente con eso y decir, bueno, yo a lo mejor estoy para la línea laboral, la línea clínica o la línea comunitaria, etc. Cuando uno es consciente de su fortaleza también tiene que ser capaz de tomar riesgos y decir “esto lo puedo hacer”.
Si es que consideran que tienen las capacidades para poder explorar líneas que tienen que ver más con conectarse con las comunidades y con las necesidades de las personas,
yo los invito a que lo hagan, porque la verdad es que te permite tener mucha más amplitud de los fenómenos que ocurren en la sociedad. También te permite conocer desde la base, las propias necesidades y no desde los discursos políticos ni desde los discursos que a lo mejor están plasmados en estudios, sino que tú, al conocer las realidades desde las bases, tu perspectiva cambia, sobre todo en las posibilidades de acción que puedas tener como profesional.